LA CARAPULCRA
Es un manjar muy antiguo de nuestro Perú, fusión de gustos y sabores, de culturas indias, negras y europeas y culíes, que confluyeron en estas tierras (en la era del oro y del guano allá por 1840), donde hubo mucha inmigración de españoles e italianos, estos últimos llevaron a las haciendas chinchanas: las pastas, el menestrón, las empanadas, el pastel de acelga, el pan y el panetón, aportándonos una gama de sabores e influencias que vemos plasmadas en una de estas maravillas como lo es “sopa seca”.
Este platillo lleno de mestizaje y antigüedad se prepara en piedras calientes y en olla de barro. Los ingredientes usados son unos spaguetis sazonados y fritos con un aderezo especial, además de achiote y albahaca acompañado de la papa fresca sancochada y guisada con carnes de chancho y gallina, ají panca y mirasol, ajos y otras hierbas.
Luego con el tiempo, el platillo evolucionó y se ha presentado algunos cambios. Como en la época de la colonia, cuando los afroperuanos le incluyen maní mejorándolo de manera inigualable, también con el tiempo se le adicionó la yuca. Los más osados le agregan un chorro de vino, de Chincha por supuesto, así mismo en el lenguaje de la cultura popular le dicen “Mancha Pecho” o también “combinado”.
Esta unión de ingredientes afroperuanos ha trascendido; como buen plato peruano, no solo acompaña siempre todo evento social (como los matrimonios desde épocas antiguas) sino que perdura en las mesas de los peruanos. Consideramos que la Carapulcra chinchana, es el plato que todo paladar debe haber degustado (para que esta experiencia sea percibida en la memoria y compartida a niveles imperiales); por ser no solo un plato conocido por la historia y sector, sino un gran alimento lleno de vitaminas y proteínas, que combina nuestra cultura y un sabor exquisito.
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